Cinco autoras reescriben la madurez femenina y aniquilan los tópicos que la invisibilizan

Fuente Cristina Sen

La Vanguardia

 

“Imbatible eres tú, somos nosotras; mujeres que desde la juventud hemos tenido que conquistar un sinfín de libertades propias y ajenas. Mujeres que cumplimos años y nos atrevemos a vivir. Una vez más, nos resistimos a ser nombradas a la luz del prejuicio, a volvernos invisibles, a hacer nuestro el reflejo de una sociedad que nos dice que nuestro tiempo pasó, que asocia valor a juventud y nos condena a desaparecer del espacio público. Hemos dicho basta. No nos reconocemos en la derrota”.

Estas son algunas de las frases con las que arranca Imbatibles(editorial Calambur), un libro coral de cinco mujeres, cinco reconocidas profesionales, cinco amigas que unen sus voces para hacer una contranarrativa que rompa la versión “oficial e impuesta” y falsa sobre las mujeres en la madurez. Una contranarrativa que pone luz a la fuerza de las mujeres en este periodo de la vida. A su poder, su lucha, su erotismo, a su voz y, por tanto, llama a ejercer la libertad y la rebeldía.

Atreverse a vivir

Las autoras dicen basta a una sociedad que asocia valor y juventud y condena a las mujeres a la invisibilidad

Sara Berbel –doctora en Psicología Social–, Estrella Montolío –catedrática de Lingüística– María Rosa Benedicto –médica-, Maribel Cárdenas –experta en políticas de igualdad– y Ester Pujol –alcaldesa de Tiana– aportan desde sus experiencias personales y profesionales un análisis sobre los estereotipos anuladores sobre las mujeres a partir de los 45 años, pero no se quedan aquí. El análisis sirve para darle la vuelta, para dar respuestas y herramientas porque ni ellas, ni todas las demás, se reconocen en la invisibilidad impuesta.

Vimos, explica Sara Berbel en conversación con este diario, que no hay nada escrito que rompa esta visión estereotipada de las mujeres en la madurez y que teníamos que ofrecer una contranarrativa al discurso oficial que nos lleva al olvido y la falta de poder. Ellas mismas, amigas y con una vida profesional plena, veían cómo si aceptaban los mandatos sociales se acercaban al vacío, y cundía el desasosiego. Apenas encontraban referentes de mujeres maduras, mujeres descritas con admiración, y se pusieron manos a la obra.

La contracrónica

No hay que aceptar los mandatos sociales que llevan al olvido y a la falta de poder

La estructura de libro y sus capítulos ya dejan entrever esta contracrónica. Corpóreas, rebeldes, visibles, eróticas, selectivas, poderosas, comprometidas, comunicadoras y espirituales son los títulos de los episodios que se suceden donde se presentan los estereotipos falsos convertidos en mandatos sociales para darles unos cuantos martillazos.

Llegadas a la edad madura, a partir aproximadamente de los 45 años, “muchas nos detenemos un instante y echamos la vista atrás”, escriben. “Repasamos nuestras carreras profesionales, los grandes esfuerzos que deben invertirse para combinar la enorme exigencia laboral con los cuidados que implica desarrollar una vida familiar y personal; el punto en el que nos hallamos y se adivina el porvenir”.

Profesionales

Nadie puede creer que una mujer mayor de 45 no puede incorporarse a un trabajo y aportar excelencia y éxitos

O porque se ha llegado al límite en algunas profesiones y no se ofrecen puestos, nuevas posibilidad de desarrollo. O bien porque se han pasado años fuera del mercado laboral, o sea porque los sueños no se cumplieron y parece que no hay futuro, las autoras explican que algunas mujeres “caen en el descorazonamiento”. Una situación que se ejemplifica con el síndrome de Sísifo, la condena de tener que empujar siempre la piedra cuesta arriba, sin llegar nunca a la cumbre.

Ante el paisaje que ofrece la sociedad, donde se entreteje la desigualdad y el edadismo, no queda otro camino que la rebeldía y el decir basta.

Toman el ejemplo de cinco mujeres que cada una a su manera han hecho caso omiso a muchos mandatos: Madonna, Sheryl Sandberg, Jane Goodall, Mary Beard y Oprah Winfrey. “Han construido su camino para poder disfrutar de su madurez”. Proponen así alzar la voz ya que no hay nada que perder y mucho que ganar. Ser solícita y modesta, vienen a decir, no lleva a ningún sitio.

“Madonna rompe con la imagen de la mujer solícita, modesta discreta…je, je, je, qué lista que es”

IMBATIBLES

El cuerpo, los imperativos que vinculan juventud y belleza es otro de los grandes campos de batalla. “Un profundo agujero negro e insaciable es lo que sienten muchas mujeres en lo más profundo de su ser, precisamente cuando no pueden alcanzar los cánones de belleza que se les exige”.

Las autoras las presentan como patologías que llegan por los mandatos sociales sobre su cuerpo y su comportamiento. Es el mantra de la exigencia de una eterna juventud ante el que es necesario una actitud “firme y valiente” para entender que la belleza tiene caminos mucho más largos y diferentes.

El camino es la transgresión, dejar de asumir que las mujeres tienen fecha de caducidad, porque si fuese así se puede decir exactamente lo mismo de los hombres: “qué graciosos, como si muchos de ellos, con sus panzas prominentes, sus calvas relucientes, sus dentaduras en decadencia…”. No es esta, claro, una contranarrativa contra los hombres, sino una batalla contra una construcción social en la que han implicado a sus parejas masculinas, hijos y amigos.

En la sexualidad tampoco hay que hacer, escriben, “lo que se espera de nosotras” sino lo que cada una siente. Hay que tomar las riendas de la vida ,el tiempo empieza a apremiar y hay muchas, aseguran, que aprovechan este empuje para buscar nuevas experiencias.

Sexualidad y nuevas experiencias

No hay que hacer lo que la sociedad espera, sino lo que cada una siente, tomar las riendas de la vida

Las autoras animan, por lo tanto, a todas las mujeres a hacer una reflexión amplia para desencadenarse de las ideas falaces con las que la sociedad envuelve la madurez femenina. Un arquetipo aún muy poco combatido donde se les presenta como “seres de existencia imprecisa” a quienes se les niega las características “esenciales de la vitalidad: salud, disfrute, aprecio, goce por la vida, atractivo, poder, autoridad”.

Se dibuja la menopausia como un periodo de transición vital que debe de servir para tener la libertad de ser excéntricas y, sobre todo, desechar la versión madura de la “buena chica”. Éste es el sinónimo de retirarse, hacerse a un lado.

El objetivo que se proponen estas cinco profesionales es ayudar a construir una madurez socialmente reconocida, y por ello hace una invitación a cada una de las lectoras a vivir lo que siempre han querido vivir. Para ello es un buen momento también para hacer limpieza vital. Deshacerse de tareas que no aportan nada, dictados sociales y familiares, y también trastos que ya no sirven de nada. Aligerar así el equipaje.

Aligerar el equipaje

Es el momento de hacer limpieza vital, liberarse de cargas personales, sociales y familiares, y trastos que no sirven

La sociedad, explican, no sólo invisibiliza sino que parece que exista un mandato de silencio sobre las mujeres. Menos las actrices y algunas políticas, parecen que por arte de magia hayan desparecido. Se les aplica un “tratamiento comunicativo displicente, que refleja la desconsideración tradicional hacia la mujer que deja de ser joven”.

Ante ello hay que dar un paso al frente para aprender a mostrar asertivamente la mente, todos los saberes adquiridos, abandonar la discreción sin temor a que la inteligencia no sea bien recibida. La “discreción debida” sólo trae amargura.

Hay que buscar espacios mentales, espirituales y físicos. La “habitación propia” no es sólo un referente literario sino una buena apuesta. Crear un espacio en el hogar inaccesible para todos los demás donde se pueda estar totalmente sola y hacer lo que a una le venga en gana. Un espacio que puede servir para conectar con lo que denominan la diosa Afrodita que representa a las mujeres, la que conecta con la belleza entendida como la pasión por la vida en cualquiera de sus vertientes, la que “lleva a explorar mundos desconocidos y conectar a la vez con el interior”.

Una habitación propia

Hay que buscar un lugar inaccesible, donde se pueda estar totalmente sola y conectar con una misma

La contranarrativa va cortando nudos limitantes, demasiado asumidos para que todas las mujeres sepan que pueden conectar con esta Afrodita que ama y es amada, recuerdan, sin temor a las arrugas ni a su cuerpo adulto. Amar en el sentido más amplio